domingo, 19 de mayo de 2013

Los glaciares que más rápido se están derritiendo.


Los glaciares en los Andes australes, los Himalayas y Alaska se cuentan entre los que han perdido más hielo en años recientes contribuyendo al aumento del nivel de los mares, según un estudio que publica hoy la revista Science.
Si bien el 99 por ciento del hielo terrestre en el planeta se encuentra en Groenlandia y la Antártida, los otros glaciares del mundo contribuyeron casi tanto a la subida del nivel de los mares como el deshielo de esos dos mantos helados entre 2003 y 2009, según la investigación de las Universidades Clark y Colorado.
Las mayores pérdidas de hielo glaciar ocurrieron en el Ártico canadiense, Alaska, las costas de Groenlandia, el sur de los Andes y los Himalayas. Los glaciares fuera de los mantos helados de Groenlandia y la Antártida perdieron un promedio de aproximadamente260.000 millones de toneladas métricas de hielo cada año durante el estudio, causando un aumento de 0,7 milímetros por año en los niveles oceánicos, añadió el estudio que publica Science.
Los investigadores compararon las mediciones en tierra con los datos provistos por el Satélite de Hielo, Nubes y Elevación Terrestre (ICESat, por sus siglas en inglés) y el Experimento de Clima y Recuperación de Gravedad (GRACE) de la agencia espacial estadounidense NASA, paracalcular las pérdidas de hielo en los glaciares de todo el planeta.

¿Cuánto contribuyen?

"Por primera vez hemos podido determinar con mucha precisión cuánto contribuyen estos glaciares al aumento del nivel marino", dijo el profesor de geografía Alex Gardner, de la Universidad Clark, en Worcester, Massachusetts. "Estos cuerpos más pequeños de glaciares pierden, actualmente, tanta masa como los mantos helados", agregó.
Dado que la masa de hielo glaciar "es relativamente pequeña en comparación con los enormes mantos helados que cubren Groenlandia y la Antártida, la gente tiende a no preocuparse por ella", dijo el coautor del estudio, Tad Pfeffer, de la Universidad de Colorado en Boulder.
El ICESat, que cesó sus operaciones en 2009, midió los cambios de los glaciares usando altimetría por láser, un método que rebota los pulsos de láser en la superficie del hielo para determinar la altura del mando helado.

Variaciones en el centro de gravedad de la Tierra

El sistema de satélite GRACE, que sigue operando, detecta lasvariaciones en el campo de gravedad de la Tierra resultantes de los cambios en la distribución de masa de la Tierra, incluidos los desplazamientos de hielo.
Los cálculos científicos actuales pronostican que si se derritiesen todos los glaciares del mundo eso elevaría el nivel del mar en aproximadamente 60 centímetros. Si se derritiera todo el manto de hielo de Groenlandia el nivel del mar subiría unos seis metros, y si la Antártida perdiese toda su cubierta de hielo los niveles de los mares aumentarían casi 60 metros.


¿Corta vida al Ártico?



El Ártico, la región más frágil del planeta, se agrieta. Incluso se puede llegar a partir en dos antes de lo previsto si continúan imparables los temidos efectos del cambio climático. En septiembre del año pasado se rebasó el mínimo histórico de hielo en la banquisa polar, con pérdidas de hasta el 18% que equivalen al doble de la superficie de España. Datos estremecedores que contrastan con la tierra más inhóspita y bella de nuestro mundo, desconocida para casi todos menos para Andoni Canela, fotógrafo y asesor de la exposición El Ártico se rompe, que hoy estrena el Cosmocaixa de Barcelona.
La muestra, dividida en cuatro ámbitos –el clima, la vida extrema, la huella humana y las luces– inicia un atrevido recorrido a través del área más al norte del planeta mediante imágenes y efectos audiovisuales que intentan recrear el ambiente de regiones como Alaska, Canadá o Groenlandia en un espacio de 200 metros cuadrados.
El escenario de la exposición también es importante: se trata de un recinto que recrea las paredes de hielo que se forman en el Ártico. Es plegable y se transporta mediante dos camiones, que dentro de diez días iniciarán un recorrido por diversas capitales españolas. Está previsto que la muestra itinerante inicie este 2013 un gran tour, que dure hasta ocho años y pase por más de 100 ciudades.

Las fotos de Andoni Canela plasman en primera persona las grietas del cambio climático: el glaciar de Jakobshavn, en Groenlandia, es el más afectado por el calentamiento global y el que produce un mayor índice de icebergs, que navegan a la deriva por el océano hasta derretirse. El grueso medio del hielo marino es otro de los aspectos que más preocupan: se ha reducido un 50% en las últimas décadas. Y, lo que es peor: si se cumplen los pronósticos más negativos, en 2043 podrían desaparecer las placas de hielo durante el verano.
La muestra también desvela cómo es la vida en una zona de osos donde los árboles no crecen, nunca se superan los 10 grados de temperatura, apenas se ve el sol, viven cuatro millones de personas y se hablan hasta 15 lenguas. Con qué ropa van vestidos y cómo construyen sus casas los inuit -esquimales que pueblan esta zona donde confluyen Alaska, Groenlandia, Siberia, Canadá y Escandinavia– son sólo algunas de las curiosidades que se pueden descubrir en la exposición. También porqué las patas de los animales no se congelan o el verdadero color negro del pelaje del oso polar.
Por último y como postre para relamerse del buen sabor de boca que pude llegar a dejar el Ártico, sorprenden unas espectaculares imágenes de auroras boreales, ese fenómeno celestial de luces que se produce cuando la masa solar choca contra el campo electromagnético de la Tierra y se desvía hacia el Polo Norte y el Polo Sur. Para retratar todos los entresijos del territorio más misterioso del planeta, Andoni Canela ha preparado durante dos años la muestra y ha realizado hasta una docena de viajes con una cámara de fotos y vídeo con la que ha llegado al fondo de la parte norte de la Tierra.








La impresionante Cabeza de Caballo del espacio.

Con motivo del 23 aniversario de su lanzamiento, el telescopio espacial Hubble tomó hace unas semanas una espectacular imagen en el infrarrojo de la Cabeza de Caballo, el icono de las nubes interestelares donde se forman las estrellas. Hace unos días esta imagen se completó con otra captada con el telescopio VISTA en Cerro Paranal (Chile) que nos ofrece una visión más amplia de los fenómenos de formación de estrellas nuevas en las nubes de Orión.
La nebulosa de Orión es uno de los objetos más bellos y espectaculares del Hemisferio Norte. Situada a una distancia de unos 1500 años luz, se encuentra en la región más cercana a la Tierra en la que se encuentran estrellas masivas en formación. Toda la región ha sido objeto de una exploración muy minuciosa a lo largo de la historia de la astronomía. Las observaciones han revelado que las nubes de Orión están formando en torno a un millar de nuevas estrellas de diferentes masas y luminosidades y que se encuentran en diferentes etapas de su evolución temprana.
Las estrellas jóvenes están rodeadas por una amalgama de nebulosas que, en luz visible, presentan aspectos muy diversos: sus colores van del negro intenso a brillantes rojos y azules. En efecto, algunas de estas nubes están iluminadas e ionizadas por la radiación de las estrellas jóvenes próximas que las hacen brillar en diferentes colores, mientras que otras aparecen como nubes oscuras que recortan sus siluetas contra el fondo luminoso.
De entre todas las nubes oscuras en Orión destaca la denominada ‘Cabeza de Caballo’, por su peculiar morfología. La imagen habitual, en luz visible, de esta nube icónica, omnipresente en los libros de texto de astronomía, es la de una silueta negra ante el fondo rosado o rojizo que crea la luz del hidrógeno atómico gaseoso. La Cabeza de Caballo es una nube mucho más densa que las del fondo, estácompuesta por hidrógeno molecular mezclado con pequeñas partículas de material sólido, granos de polvo, que apantallan la luz del fondo y la hacen aparecer oscura en el marco brillante.
La imagen que ha tomado ahora el Hubble es en luz infrarroja. La radiación infrarroja puede atravesar las nubes oscuras y nos permiten examinar su interior. En el infrarrojo, la nube rojiza tras la Cabeza de Caballo resulta invisible, pero la silueta que era oscura en el visible nos muestra ahora todo su detalle: se trata de filamentos de gas molecular que están siendo moldeados por la radiación exterior.



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