Investigadores de Cambridge desarrollan la primera ecuación sobre la curva que toman los cabellos humanos recogidos en una cola de caballo, un misterio que ya interesaba al propio Leonardo.
Científicos de la Universidad de Cambridge acaban de anunciar que
han conseguido descifrar, por primera vez, las
matemáticas que se esconden detrás de la forma de una coleta.
De Leonardo da Vinci a los
hermanos Grimm, las
propiedades del cabello han sido de interés permanente en la ciencia
y el arte. Ahora, Raymond Goldstein, un físico de la Universidad de
Cambridge, y sus colaboradores han cuantificado el rizo del cabello
humano y han desarrollado una teoría matemática que explica la
forma de una cola de caballo, un peinado sencillo que mujeres -y
hombres- del todo el mundo emplean para recogerse el pelo.
Para
derivar la «ecuación
de la cola de caballo»,
los científicos tuvieron en cuenta la rigidez de los cabellos, los
efectos de la gravedad y la presencia del rizo o la ondulación que
es omnipresente en el cabello humano. Junto con una nueva cantidad
descrita en el artículo -que han llamado «el número de Rapunzel»-
la
ecuación puede ser utilizada para predecir la forma de cualquier
cola de caballo.
Un sencilla ecuación
La investigación proporciona una nueva comprensión de cómo la
coleta se hincha por la presión externa que se deriva de las
colisiones entre los pelos que la componen. Esto tiene implicaciones
importantes para entender la
estructura de muchos materiales compuestos de fibras al azar, como la
lana y la piel. La investigación también puede tener
repercusiones en los gráficos por
ordenador y la industria de la animación, donde la
representación de pelo ha sido un problema difícil.
«Es una ecuación muy simple»,
explica Goldstein, profesor de sistemas físicos complejos en el
Departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica de
Cambridge. «Nuestros hallazgos se extienden a algunos de los
paradigmas centrales de la física estadística y muestran cómo se
puede utilizar para resolver un problema que ha desconcertado a los
científicos y artistas desde que Leonardo da Vinci observó el
movimiento del pelo en sus cuadernos hace 500 años».